21 – 04 – 1992 Aún siento un extraño escalofrío al pensar en lo de esta tarde. Ha sido, cuánto menos, confuso. Reconozco que empecé el día una gran emoción. He sido la primera de mis compañeras en ir a la Expo. Papá forma parte de la confederación de Empresarios de Andalucía y su jefe, el señor Navarro, le facilitó unos pases. Si no hubiese sido por ese encuentro me habría parecido fascinante. Fue cerca de la plaza de África. Mamá y yo acabábamos de visitar el pabellón de Kenia y en un momento dado ambas nos perdimos la una de la otra. Fue en un simple descuido, una avalancha de personas que se nos cruzó y de repente ya no estaba junto a ella. Decidí sentarme en un banco a unos metros del punto en el que nos habíamos separado, por si decidía volver. Mientras estaba allí, sentí una presencia a mi la...