Si
hacemos un esfuerzo podemos acordarnos de experiencias que nos
pasaron antes de los cinco años, incluso de tres. No tener padres es
una de las situaciones más difíciles a la que podemos enfrentarnos.
En esos momentos cruciales para el desarrollo, carecemos de guías y
espejos donde reconocernos... Casi siempre los recuerdos de la
infancia son débiles: olores, formas, vagas sensaciones e ideas,
etc. Sin embargo, yo me acuerdo de la Casa Cuna de Sevilla, donde nací
y crecí, casi a la perfección. Era un lugar lúgubre, despiadado a
veces, pero para mí era mi hogar.
Por
eso, y porque cada vida es un laberinto, no dejo de pensar en mi
hijo. Le doy todo mi cariño, intento que no le falte de nada, ni en
el plano material ni en el plano sentimental. Necesito demostrarle
que lo quiero, que es alguien especial y que la vida es maravillosa.
Un lujo y un don que nos ha sido concedido a pesar de los pesares.
Pero
¿cómo explicar entonces que mi hijo se sienta así? ¿Por qué
tanta desolación?, ¿qué he hecho mal como madre? ¡Yo, que se lo
he dado todo y que he hecho cosas que no puedo ni nombrar...! No me
explico estas notas en su Diario (una madre tiene que leer el Diario
íntimo de su hijo para saber ayudarle). ¿Y quién será ese amigo
suyo, ese Marcelo que le mete esas ideas en la cabeza?Tendré que
averiguarlo o mi hijo sabrá lo que yo sé: que la vida en realidad
no tiene sentido, porque nadie nos pidió permiso para venir.
(NOTA DEL EDITOR: Hemos conseguido fragmentos del Diario de este adolescente)
(Pincha para ampliar y leer algunos fragmentos de los que habla esta madre)
(Pincha para ampliar y leer algunos fragmentos de los que habla esta madre)
Comentarios
Publicar un comentario