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EL PADRE DE MARCELO EN EL REGISTRO CIVIL

12 de marzo de 1945

Querido diario:

Hoy casi ha sido un día normal de oficina y papeleo, cómo siempre. Siempre sentada en esa incómoda silla que me mata  lenta y dolorosamente la espalda día tras día. Pero hoy entró un hombre de unos 35 años aproximadamente, con manos callosas (supongo de ser artesano o  de trabajar en el campo) y aspecto cansado, pero con un deje de felicidad en su mirada. Algo nada común en estos años en los que vivimos y en el que todavía se nota el hambre en las caras.

        En fin, el señor, se acercó a la ventanilla donde me encontraba y preguntó con voz serena: -“¿Es aquí el registro civil?” A lo que yo le respondí con un gesto monótono. Nada nuevo, cada día vienen cientos de personas así. Pero ese hombre no era como todos los que habían pasado por aquí antes, traía consigo un periódico bajo el brazo y una especie de cincel en la solapa de su bolsillo.

       ¿Ves este artículo de aquí?- Me dijo señalando una página del periódico. Sin pasión miré su indicación: “El origen del latín”, le contesté sin mucho ánimo y sin comprender a qué venía aquello.
       Marcelo es un nombre que proviene del latín y significa “como el martillo”. ¿Lo comprende, usted? Mi hijo se llamará así. Será un gran hombre, estoy seguro de ello.

Yo estaba sin palabras ¿por qué este hombre me estaba contando aquello, acaso desconocía la miseria que lo rodeaba todo?, ¿pensaría que nacer es un don, aunque esto fuera un valle de lágrimas? Le pedí que rellenara el formulario al uso. Lo hizo lentamente, esbozando una sonrisa y como si esculpiera una piedra con su cincel. Al entregarlos me dijo: “Recuerde el nombre de Marcelo, porque algún día será alguien de quién todo el mundo hable.”
Me gustaría saber, dentro de unas décadas qué ocurrirá con este pobre Marcelo, porque la vida en este país nuestro no es nada fácil.

Buenas noches, Diario.


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